lunes, noviembre 05, 2007

Censura o crítica

¿Hay que controlar los blogs donde campea la ofensa? El asunto, para el crítico, refleja por qué el fantasma de la censura cobra cada vez más cuerpo: la paranoia de una sociedad acosada por sus propias contradicciones, derivadas en buena parte de la dificultad de articular los intereses de los particulares con los colectivos.

Para las democracias occidentales, muy en particular aquellas que -como Chile, o España- tienen cerca todavía la sombra de una dictadura, la sola idea de la censura adquiere a menudo el carácter de un tabú. Así ocurre aun cuando, a consecuencia de la llamada "corrección política", el ámbito de lo censurable no deja, por otro lado, de incrementarse. Pues lo cierto es que, como apunta J.M. Coetzee en un libro de 1996 recientemente publicado en español (Contra la censura), de un tiempo a esta parte se ha aflojado el consenso liberal sobre la libertad de expresión que hace apenas unas décadas imperaba entre los intelectuales occidentales. El interculturalismo no ha hecho más que exacerbar las susceptibilidades en lo relativo a cuestiones de religión y de raza; mientras que -con muy distinta fortuna, todo sea dicho- el feminismo ha exacerbado, a su vez, las relativas a los comportamientos entre sexos. Sin duda es en estos dos ámbitos donde el debate sobre la censura ofrece en la actualidad aspectos más acalorados. Pero el debate renace también en esferas menos dramatizadas previamente, como ha ocurrido hace poco en Italia con motivo de la propuesta de ley con la que el Gobierno de Prodi pretendía controlar los blogs. El argumento, en ese caso, era la insistente denuncia de los contenidos difamatorios de algunos blogs: un asunto verdaderamente espinoso, que se dirime en las muy sutiles fronteras jurídicas que separan la ofensa del daño. Por aquí se vislumbra una de las razones por las que el fantasma de la censura viene cobrando cada vez más cuerpo: la tendencia a la paranoia no sólo de unos individuos sino también de una sociedad acosada por sus propias contradicciones, derivadas en buena parte de la dificultad que tiene el neoliberalismo triunfante de articular los intereses de los particulares con los colectivos.

El caso es que, desde una perspectiva social, política, y no sólo cultural, el debate sobre la censura plantea graves interrogantes. No deja de resultar sospechoso que en este campo las posturas más relajadas sean las de los liberales a ultranza. Éstos parecen confiar en la sabiduría reguladora del mercado, cuya lógica absorbe sin dificultad -y sin necesidad de censura- los gérmenes de disidencia que aspiran a transgredirla o a subvertirla. Las agresivas actitudes del feminismo en lo relativo a la pornografía ponen en evidencia la desventaja con que juegan quienes, desde posiciones de sometimiento, pretenden alterar el statu quo. En el citado libro, Coetzee no deja de hacer incisivas observaciones a este respecto, con motivo de replicar a las tesis de Catherine MacKinnon, para quien el problema de la libertad de expresión queda relativizado en la medida en que se trata, previamente, de conceder la palabra a quienes no la tienen. No le falta razón a MacKinnon, y nada cuesta extender sus argumentos a otros terrenos. Pero acierta Coetzee cuando le objeta a MacKinnon que, obsesionada con la industria pornográfica (síntoma, y no causa, de las condiciones de opresión en que transcurre la vida de buena parte de las mujeres del planeta), preste poca atención a la publicidad, que de forma cada vez menos subliminal instrumentaliza la pornografía para sus propios fines. La publicidad, ciertamente, expone en toda su crudeza las relaciones de poder que se amparan en la libertad de expresión, que se revela aquí como "libertad de presión" de unos intereses sobre otros. La sacralización de la libertad de expresión llevada a cabo por el fundamentalismo democrático, garantiza en definitiva la pervivencia de esas relaciones de poder, y la perpetuación de la realidad social que han contribuido a construir.

Así como las feministas se alinean ocasionalmente, en su batalla contra la pornografía, con la "derecha moral", así también, desde algunas posiciones de izquierda, se estima poco menos que inevitable el incremento del control del Estado -de cierta censura, en definitiva- para poner freno a los abusos de la publicidad y las tendencias ideológicas que a través de ella se privilegian y se consolidan. Lo peligroso, en este caso, sería la siempre temible institucionalización de ese control.

En la mencionada propuesta de ley del gobierno de Prodi para el control de los blogs, se sugería que dicho control recayera sobre "periodistas acreditados", que habrían de ejercer el papel de "editores responsables". La iniciativa es indicadora de la orientación de fondo con que se pretende resolver el problema del control sobre la libertad de expresión: generando mecanismos de intervención indirecta que incitan a la autocensura. Se trata de que, previa interiorización de la moral y la legalidad vigentes, la sociedad en su conjunto prevenga por sí misma y condene los excesos de la libertad de expresión. Algo hasta cierto punto razonable si no fuera porque se traduce exclusivamente en presión sobre las actuaciones de las personas singulares, sin que por ello se altere la estructura de influencias y de poderes establecida, más bien lo contrario.


Entretanto, el instrumento más idóneo para la contestación y la autorregulación de los diferentes discursos que genera una sociedad, la crítica, va quedando cada vez más arrinconado. La muy común identificación de censura y crítica, en nombre de un relativismo radical, malentiende muy tendenciosamente el papel que durante cuatro siglos -los que recorre la época moderna- la crítica ha desempeñado. Pero este papel no era otro que el de obviar la censura y hacer efectivo el principio de la libertad de expresión, que sin el concurso de la crítica deviene en simple darwinismo de los eslóganes.

Fuente:

Revista de Libros

Domingo 4 de noviembre de 2007

LA COLUMNA DE IGNACIO ECHEVARRÍA

Censura o crítica

Diario El Mercurio de Chile

http://diario.elmercurio.com/2007/11/04/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/AFACD2BC-32E8-4EBE-B88A-912F64FD4CE6.htm?id={AFACD2BC-32E8-4EBE-B88A-912F64FD4CE6}

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Datos personales

Magíster en Literatura Hispanoamericana. Mi tesis fue sobre Trilce, de César Vallejo. Actualmente, en curso, un Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Más de mí en este otro sitio con mis otras vidas virtuales.